jueves, 2 de junio de 2011

Ritmos

Cada persona llevamos un ritmo de vida diferente, y dentro de nuestra propia vida, según qué cosas, llevamos también un ritmo distinto. Por todos es conocido ese famoso refrán que dice que "las cosas de palacio van despacio", pero ¿y esto por qué?
Hay determinadas decisiones, acciones, pensamientos, viajes...que necesitan un tiempo de reflexión digamos "alto". De ahí el famoso refrán que viene a decirnos que si algo es importante en tu vida, lo pienses detenidamente y no te precipites a la hora de actuar. Nos enseña a que en las cosas que realmente valen la pena, hay que detenerse un momento y pensar, reflexionar, hacerse una lista de pros y contras, una tabla, un baremo, una escala..lo que sea que utilicemos para cotejar las diferentes opciones o simplemente reflexionar sobre ellas, pero que lo hagamos. Esto es lo que nos aconseja la sabiduría popular, pero, ¿realmente es necesario tanto dilema? Si tenemos algo claro, ¿no debemos ir a por ello sin importar el dónde, cómo o cuándo?
Los seres humanos tomamos decisiones a diario casi a todas horas, desde decidir qué nos tomamos al desayunar, si nos cambiamos a la acera de enfrente porque hace sombra o si hoy me quedo en casa a estudiar o salgo de cena. A todas horas estamos sometidos a un juicio constante, a un hacer, a una capacidad de decisión casi instantánea. Estamos acostumbrados a pensar todas y cada una de las cosas que hacemos con una rapidez que a veces ni nos damos cuenta de que hemos tomado una decisión. Por ejemplo cuando nos levantamos por la mañana, abrimos la nevera, cogemos la leche y la calentamos en el microondas; podríamos haber abierto el armario, coger los cereales, beberse un zumo y a la ducha. En esos momentos nadie se está planteando una decisión que considere excesivamente importante, nadie dentro de sus cabales se le ocurre hacer un balance de situación cada vez que desayuna o toma cualquier decisión minoritaria.
El problema viene con las grandes decisiones, con las que de alguna forma van a afectar más allá de si hoy tomo leche o zumo. Son decisiones que deben ser tomadas con calma, pausadamente y sin prisa. Sin embargo, tal y como he dicho en las primeras líneas sin ahondar mucho en el tema, cada persona lleva un ritmo completamente diferente.
Cada persona es diferente de otra, cada uno de nosotros llevamos un ritmo de proceso, de pensamiento, de discernimiento, de decisión. Nadie, ni siquiera nuestros mejores amigos o familia, deben decirnos cuál es el ritmo que debemos llevar en ningún momento. Cada uno es dueño de su propia vida, de su destino y del ritmo al que quiere llegar a él. Los hay que se pasan la vida esperando a tomar las decisiones correctas y los hay que desde un primer instante saben la decisión que han de tomar.
Todo es cuestión de tiempo, siempre.