lunes, 30 de mayo de 2011

La relatividad del tiempo y el destino

Es curiosa la forma que tiene la vida de trastocarlo todo. Siempre he sido de las que piensan que todo sucede por una razón, que todo tiene un por qué, una explicación. No es que crea que el destino está escrito, sino que hay un conjunto de variables que se entrelazan entre si con miles y millones de conexiones que ni siquiera alcanzamos a imaginar que conforman una gran telaraña en la que estamos involucrados. Cada persona es dueña de labrarse su propio destino, pero habrán factores y circunstancias que no podremos llegar a controlar.
Nuestra libertad de actuación con respecto a la vida reside en cómo afrontar esas situaciones, esas condiciones, esas circunstancias que se presentan ante nosotros. Ahí es donde tenemos libertad, no antes, ni después, puesto que tampoco somos dueños de todas las consecuencias que provocamos; las inmediatas si, por supuesto, pero hay consecuencias, consecuencia de esa consecuencia, que no podemos controlar.
Ayer empecé a cuestionarme todo esto cuando me puse a pensar en el tiempo. Si fuésemos capaces de viajar en el tiempo, ¿cambiaríamos algo de nuestras vidas?
Yo sinceramente no. Toda situación vivida me ha aportado algo, quizás no inmediatamente y quizás no lo que yo me esperaba, pero algo me ha aportado. Si pudiese viajar en el tiempo y cambiar una pequeña parte de esa vida, ya no sería nada igual. Lo que he aprendido desaparecería para dejar paso a nuevas experiencias y conocimientos, que pueden ser mayores o menores, felices o tristes, mejores o peores; pero yo sinceramente no me arriesgaría a descubrirlo.
Como he dicho antes, todos nuestros actos acarrean unas consecuencias, y al igual que las nuestras, también la de nuestros congéneres nos afectan; es decir, si yo salgo a la calle y piso una mierda es porque Fulanita ha sacado a pasear al perro y no ha recogido la caca, esto puede ser porque ha ido a la tienda y estaba cerrada a causa de la defunción en Cuenca de la sobrina del dueño cuya muerte ha sido producida por un conductor ebrio.
Todo acto en nuestra vida está producido a causa de otro, vivimos en un sistema de causa y efecto.
Entonces, si realmente no somos dueños de nuestro tiempo pasado porque no lo podemos modificar, si no sabemos nuestro futuro y nuestro presente está marcado por las acciones, consecuencias y decisiones de nosotros mismos y de los demás, ¿somos realmente libres o somos unos simples autómatas en un engranaje que funciona por si solo?
¿Somos realmente dueños de nuestro destino?

sábado, 21 de mayo de 2011

Secretos

Siguiendo la definición del diccionario, un secreto es una cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta, también se dice que el secreto es la práctica de compartir información entre un grupo de personas, en la que se esconde información a personas que no están en el grupo.
Desde tiempos inmemoriables los secretos han formado parte de la sociedad, forma parte de la esencia del ser humano, al igual que la mentira. Si se trata de cosas innatas al ser humano y socialmente aceptados en algunas épocas, ¿qué nos ha llevado a condenar tan duramente los secretos?
En la sociedad actual, reconocer abiertamente que alguien tiene un secreto o dice una mentira está, cuanto menos, mal visto. Condenamos a todo aquel que sabemos que esconde algo, aún sin saber ni querer conocer los motivos que le llevan a manifestar dicha actitud. Sin embargo, no todos los secretos o mentiras están mal vistos. Desde bien pequeños nuestros progenitores y personas adultas de nuestro entorno se ven obligados a mentirnos con el pretexto de hacer la realidad más llevadera, como por ejemplo cuando un familia muere: al niño que pregunta dónde está su abuelo se le suele contestar con cosas como en el cielo, de viaje, en un lugar mejor, etc. No sabemos cómo contestar a un niño pequeño sobre la muerte, por lo que preferimos mentirle, cosa que el resto de adultos acepta y continúa. Pero no sólo ocurre con la muerte, por ejemplo en la época de Navidad, la mentira más extendida es la de Papá Noel, de hecho, cuando los niños de cierta edad empiezan a darse cuenta del engaño, lejos de sentirse estafados, lo ven como un secreto de los mayores y se sienten de alguna forma implicados y orgullosos de ser conocedores de la verdad.
Este sentimiento también se sucede en adultos. Cuando alguien te hace partícipe de un secreto, por muy mala que sea la información, una parte de cada uno de nosotros disfruta de ser conocedora de esa información, porque nos lo tomamos como un acto de confianza: sabemos la verdad y somos los encargados de protegerla.
Vivimos en una sociedad que, pese a criticar los secretos y las mentiras, se nutre de ellas para continuar adelante. Aunque, para ser sinceros, nadie piensa en este tipo de secretos y mentiras cuando los mencionamos. Siempre suponemos que se trata de algo muy malo que debe ser escondido y que la persona que los tiene es de las peores del mundo.
Personalmente, siempre he sido partidaria de que cada persona sea libre y consciente de lo que hace, esconde, miente o deja de hacer. Cada acto y decisión que tomamos acarrea unas consecuencias que, dependiendo de la situación, son o no previsibles. Sin embargo, a mi juicio, con las personas que quieres no se deben tener secretos, a menos que haya una razón de peso para ocultarlos, y aún así siempre es preferible afrontar la verdad. En una familia o en una pareja, los secretos no deberían existir. Cuando existe un secreto dentro de ese círculo suele ser porque la confianza no es lo suficientemente alta o por medio a un castigo o consecuencia negativa posterior, de lo que se deduce que el mantener el secreto sólo beneficia a la persona que lo tiene y por tanto es un secreto egoísta.
Tal y como dijo Maurice Maeterlinck "Más interesante que lo que la gente dice es su pensamiento secreto, y esto es lo que me importa conocer".

The pierces - Secret

domingo, 15 de mayo de 2011

Celos


La Psicología actual explica que los celos son una respuesta emocional, que surgen cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera suyo. Los celos están presentes en todas las personas, independientemente de su condición socio-económica o de la personalidad, incluso en personas que aparentemente parecían seguras de sí mismas. Muchas de las personas con personalidades fuertes y seguras de si mismas se sorprenden ya que ni siquiera sospechaban que los padecieran...
Los celos pueden ser sanos cuando lo que se  pide entra dentro de la normalidad y de la igualdad en la pareja; sin embargo acudir a este tipo de conducta refleja carencias personales muy profundas. Los celos se manifiestan cuando aparece una persona que clasificamos como competencia, aunque sea de forma inconsciente. Los celos provocan que el sujeto que los padece se sienta vulnerado y ejerza un sobredominio de la persona objeto de esos celos, atrapándola en una serie de cirscuntancias opresoras tales como la privación de la libertad, aislarla no permitiendo por ejemplo que salga con sus amigos o conocidos si no es acompañada de la pareja, seguirla al trabajo o a clase, revisar sus relaciones externas cotilleando por ejemplo e-mails, redes sociales o historiales de converación en búsqueda de una una evidencia de traición...
Como ya he dicho antes, los celos tiene un origen psicológico. Los estudios de Egene W. Mathes, de la Western Illinois University determinó que se sientes celos por dos razones fundamentales: En primer lugar la pérdida de la relación representaría la pérdida de las cosas buenas o beneficios que dicha relación reportaba: como la confianza, el tener a alguien a quien contarle lo que te ocurre sin miedo a un posible juicio de valor, el hecho de sentirte protegido en algunos momentos, el llamarse, el jugar o el dormir juntos simplemente. En segundo lugar, la pérdida de la relación produce una pérdida importante a nivel interno, se pierde seguridad, confianza y autoestima, para la persona celosa, el otro habría de elegir entre ella y el "intruso" y al haber optado por el último presupone que dicho intruso es más importante o tiene mayor valor.
Este "intruso" puede ser otra persona, por ejemplo el nacimiento de un nuevo hermano en el contexto familiar; o alguna situación externa, por ejemplo la persona sobre la que recaen los celos encuentra una nueva actividad que le resta tiempo a la pareja, la familia o los amigos, porque los celos no es sólo cosa de parejas. Los celos están presentes en todos los ámbitos posibles y a cualquier edad.
Frecuentemente cuando hablamos de personas celosas nos encontramos un perfil definido por la pasión, la ansiedad y la paranoia. Los celos llevados al extremo en una relación de pareja sólo puede producir que la persona que sufre de estos celos viva en una estado de infelicidad, en función de sus miedos y sospechas de engaño. Muchas veces completamente infundados, ya que suelen ser fruto de autoengaños que esconden otro tipo de sentimientos, lo cual lleva a que prácticamente no acepten otra condición de verdad que no sean las evidencias que confirman su inseguridad en la relación. 
Los celos pueden causar mucha angustia e infelicidad y provocar un daño físico y psicológico a la persona o cosa por la que se produce esta situación de celos, terminando incluso en la reclusión (secuestro) o el asesinato. Este grado de celos es muy difícil de curar y las personas que lo padecen tienen grandes posibilidades de llegar a situaciones extremas si no se someten a un especialista.
Para el resto de situaciones no tan extremas, que todos hemos vivido alguna vez, la cura está basada en la recuperación de la confianza en la relación de pareja y de la seguridad de si mismo reconociendo el espacio vital que toda pareja debe tener y que no debe ser invadido por el otro. El hecho de que la pareja sea comunicativa, que expresen sus sentimientos y pensamientos también ayuda a prevenir este tipo de situación e incluso a mi parecer es la mejor forma de combatirlos.
No se puede luchar contra algo que es innato en el ser humano, el amor es posesión, una persona enamorada es por fuerza una persona celosa, ya que no quieren que la priven del objeto de su amor, pero hay que saber llevar la situación y sobretodo no dejarse vencer por el miedo y la paranoia. Como siempre, para todos los males, la comunicación.