viernes, 4 de mayo de 2012

Clásicos del cine

No es que este sea un tema sobre el que haya que filosofar mucho. El cine clásico es algo que odias o te encanta. A mi me fascina.
Se utilizan guiones respetuosos, sin chabacanerías ni insultos, todas y cada una de las palabras están perfectamente medidas y cuidadas; y todos los discursos aclaman ideales mucho más que nobles. En los clásicos del cine podemos disfrutar de una bonita historia de amor sin necesidad de mostrar a la mujer en pelota picada ni de enseñar una y otra vez los pectorales de un hombre esculpido por el gimnasio. De hecho es muy posible que sólo seamos testigos de un beso, con labios cerrados pero con una pasión que ni los mejores besos de tornillo con piercings por el medio de Física y Química podrían, siquiera, llegar a imaginar.
Y es que para contar una buena historia, entonces hacía falta algo más que dinero. Tenías que tener algo que decir, y talento para ser capaz de contarlo. Tenías que tener unos personajes bien pensados, con sus personalidad bien definidas, incluso las maneras de hablar de cada uno estaban cuidadas con una pulcritud desbordante.
Pero quizás lo que más me fascina (junto, y creo que se ha notado, al lenguaje tan sumamente limpio y a las formas elegantes de hablar de los personajes) sea la belleza de los actores y actrices. ESO es belleza y no muchas de las "falsas" guapas y guapos de Hollywood. En aquella época no había photoshop, ni retoques, ni ordenadores con los que retocar la molleja que se deja ver o eliminar la pequeña arruguilla que me ha salido en el ojo. No. Entonces sólo había lo que se veía, ni más ni menos. Obviamente había maquillaje y juegos de luces, eso es algo que no ha cambiado, pero no se, los clásicos del cine tienen algo especial que hace brillar a sus protagonistas por encima de todo. Simplemente me encanta.

http://www.youtube.com/watch?v=ESBBWa6qapU

martes, 1 de mayo de 2012

Inspiración

Me he redescubierto unas ganas tremendas de escribir, y de leer. Quiero que llegue el verano solo para devorar esa (cada vez más larga) lista de libros pendientes.