sábado, 2 de abril de 2011

Dependencia

Existen muchos tipos de dependencia. La dependencia que un infante tiene de la leche de su madre, la dependencia de un drogadicto hacia sus drogas, la dependencia de una persona con discapacidad de otra persona que la ayude, la dependencia hacia la persona que nos ama, la dependencia de los humanos hacia la luz del Sol, la dependencia hacia la independencia...
Existen muchos tipos de dependencia, las hay buenas y malas y las hay que simplemente las hay. Hoy me gustaría hablar o analizar la dependencia que sentimos las personas hacia la persona de la que estamos, o creemos estar, enamorados.
Cuando cualquier pareja empieza a salir, se crea una situación de dependencia, que normalmente lleva un ritmo creciente a medida que avanza la relación. Al empezar, dependemos del otro para hacer casi cualquier cosa de nuestra vida. Si tenemos un hueco libre la tarde del viernes a la primera persona a la que llamaremos será aquella con la que queremos compartir esa tarde, osea, ESA persona. Lo mismo ocurre cuando tenemos que tomar una decisión respecto a cualquier tema, siempre pediremos consejo a aquella persona que consideramos primordial y necesaria en nuestra vida, sin la cual no sabríamos vivir.
Una vez la relación avanza esa relación de dependencia avanza en ritmo creciente. Normalmente en el mismo ritmo que la relación, pero si bien es verdad que esto ocurre casi siempre también es verdad que la relación la conforman dos personas y que independientemente de la relación cada persona lleva un ritmo. ¿Puede la relación ir a un ritmo y la relación de dependencia a otro? Por supuesto. Cada persona tenemos unas necesidades que van cambiando a lo largo de nuestra vida, y también una necesidad de dependecia y de no-dependencia.
Hay personas que necesitan ser mimadas y atendidas a cada momento, y las hay también que con una llamada de más se agobian enseguida y no quieren continuar. Las hay que se pasarían hablando con la otra persona toda la vida y las hay que no soportan hablar por teléfono. Las hay que no se cansarían de ver dormir a su pareja y las hay que ni siquiera saben a qué hora ocurre eso.
La dependencia es algo innato en el ser humano. Somos dependientes desde el momento en que nacemos: de nuestra madre en un primer momento, luego de nuestros padres, profesores, amigos, abuelos, directores, pruebas de acceso, exámenes, resultados, tests, jefes, trabajos, hipotecas, maridos, mujeres, hijos, hijas, nietos, nietas... No debemos mirar la dependencia como una señal de debilidad o como algo negativo, todos hemos sido y seremos dependientes de algo en nuestra vida.
Con lo único que tenemos que tener cuidado acerca de nuestra dependencia es decidir sobre qué o quién queremos ser dependientes, en qué medida y descubrir si vale la pena.
Si elegimos con cuidado y claridad a las personas que conforman esa dependencia, lo demás viene rodado. Se que lo leerás princesa mallorquina, paciencia.

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